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Y TÚ, ¿TE DEJAS LLEVAR POR TUS EMOCIONES O POR TU RAZONAMIENTO?

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la psicología. Esta semana hablaremos sobre el afrontamiento de las posibles situaciones estresantes que estamos viviendo actualmente debido al coronavirus.


Esta pandemia nos está afectando a todos y a todas, ya que en mayor o menor medida, nuestros planes de futuro se han visto paralizados y probablemente sintamos un bloqueo en nuestras vidas. Dicha interrupción no nos deja continuar con nuestra rutina habitual, ni tampoco plantearnos a corto plazo nuevas metas sin tener que adaptarnos a estas nuevas medidas que tan importantes son para nuestra salud, pero que todavía tenemos que introducir en nuestro repertorio conductual. A fin de cuentas, esta barrera con la que nos encontramos actualmente puede estar produciendo altos niveles de estrés, y para adaptarnos, necesitamos conocernos y observar qué estrategias de afrontamiento estamos utilizando.


Para responder a la pregunta que da título a este artículo, no tenemos por qué dividirnos en ser emocionales o racionales, no todo es blanco o negro, sino que muy frecuentemente solemos compaginar ambas estrategias comportamentales. 


Según el psicólogo estadounidense Richard S. Lazarus, existen principalmente dos tipos de afrontamiento al problema.


Por un lado, estaremos dentro de un estilo de afrontamiento centrado en el problema cuando nuestras acciones tengan el objetivo de solucionar o minimizar las consecuencias negativas de una situación estresante. Por ejemplo, buscando información sobre el coronavirus; visualizando diferentes soluciones, tal como un negocio se plantea ampliar la zona de terraza, comenzar a hacer reparto a domicilio o dar más visibilidad a su negocio mediante las redes sociales etc.; buscar a personas de referencia que puedan ayudarte, por ejemplo para preguntar cómo hacer que tu negocio le llegue a personas sin salir de casa; y también organizando cómo poner en marcha las posibles soluciones para remontar en esta una nueva normalidad.


Por otro lado, utilizaremos un estilo de afrontamiento centrado en la emoción cuando busquemos cambiar la forma en la que interpretamos la situación estresante. Por ejemplo, rodeandonos de nuestros seres queridos que apoyen y comprendan por lo que estamos pasando con esta nueva situación de la pandemia; desahogándonos y expresando cómo nos sentimos (tristes por no poder ver a la familia, con miedo por el virus, con incertidumbre por nuestro trabajo o estudios, etc.); rezando si somos creyentes; también tratando de aceptar la situación que nos está tocando vivir; o buscando el lado positivo y pensando lo que hemos podido aprender desde principios de marzo cuando comenzó el estado de alarma.


A pesar de que exista esta división de las estrategias de afrontamiento en estos dos estilos tan marcados, puede que te hayas visto reflejado/a en ambas categorías, ya que los dos tipos de afrontamiento interaccionan entre sí.


Otro tipo de afrontamiento que han añadido algunos autores es el estilo de evitación, en el que se huye o evita el problema. Por ejemplo, pensando que se resolverá solo; atribuyendo la culpa a alguien externo (centrarnos en culpar del coronavirus a otro país, en lugar de tomar medidas para que deje de expandirse el virus); evitando actividades que nos recuerdan al problema; consumir sustancias para evadirnos de la situación estresante, etc.


Este último estilo de afrontamiento, el evitativo, en la mayoría de ocasiones no resulta adaptativo porque impide poner en marcha acciones que traten de resolver el problema. Y, en cuanto al afrontamiento centrado en la emoción y al centrado en el problema, no puede determinarse cual es un buen y un mal afrontamiento porque depende del individuo y del contexto en concreto. Por ejemplo, es recomendable que expresemos nuestras emociones hacia nuestro entorno afectivo más cercano, pero sólo con esta acción tampoco se resuelve el problema, por lo que habrá que complementarlo con alguna estrategia que nos acerque a una solución real y tangible. Igualmente si sólo pensásemos soluciones centradas en el problema, ante una ausencia de estrategias emocionales es probable que pudiera aparecer malestar psicológico. En cuanto al contexto del problema, en ocasiones sí que puede determinarse cuál es el afrontamiento más adaptativo, ya que si nos encontramos con un problema en el que la solución está disponible, el estilo más recomendable es el centrado en el problema para tratar de buscar acciones que se acerquen a una solución tangible. No obstante, cuando la solución del problema no está disponible (por ejemplo, la muerte o enfermedad de un ser querido) suele ser más adaptativo poner en marcha estrategias propias del estilo de afrontamiento centrado en la emoción, para canalizar lo que estamos sintiendo.


Por tanto, no se trata de forzarnos a mantener un estilo de afrontamiento u otro, ni a pretender de ser más racionales que emocionales, sino a ser conscientes de las estrategias que utilizamos para afrontar un problema y poder reflexionar por qué, ante una situación estresante como la que vivimos actualmente, nos comportamos de determinada forma y así ser capaces de mejorar y aprender sobre nosotros y nosotras mismas. 




Nuria Latorre Latorre

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