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REDES SOCIALES: ¿MÁS CONECTADAS Y CONECTADOS QUE NUNCA?

Bienvenidas y bienvenidos al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. En esta ocasión hablaremos sobre cómo nos afectan las redes sociales y los medios de comunicación a nuestra salud mental. 


Aprovechando que septiembre acaba de llegar y con él el fin de las vacaciones de muchas personas, quería hablar acerca de todo lo que hemos ido viendo durante estos meses de verano. Hablo acerca de todas y cada una de las publicaciones, historias, estados, reels y TikToks que hemos estado recibiendo y que incluso tú puede que hayas subido. de las vacaciones de este verano (si las has tenido). Puede parecer algo que hemos ido normalizando e introduciendo en nuestras rutinas. Por un lado, el saber y observar lo que las personas deciden publicar y, por otro, el subir nuestras fotos, vídeos y textos en nuestras redes. Pero en el día de hoy quisiera hablar acerca de todo lo que no estamos viendo que quizás poco a poco sí que está empezando a provocar un efecto en nuestra salud mental. Porque esto no es una cuestión que solo ocurre en verano. 


Vamos a empezar con el primer gran melón: el de las comparaciones. Te voy a hablar sobre un estudio de Harvard que se hizo a las jóvenes de Fiyi en el año 1988, fue un experimento comparativo de los índices de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) que había previo a la incorporación de la televisión en el país versus años después de la exposición al contenido de esta. Los datos demuestran cómo los TCA aumentaron de manera significativa por el efecto de la exposición diaria a cuerpos de mujeres que se mostraban en las pantallas de sus casas. Imagínate si esta incorporación tuvo efecto en aquel entonces, ¿qué crees que puede pasar con la pantalla que llevamos todos los días y a todas horas en nuestros bolsillos? 


El hecho de estar recibiendo constantemente información de otras personas tiene un impacto directo en nuestra manera de percibir el mundo. Lo que hacen, lo felices que se encuentran, el gran amor de sus vidas, las grandes amistades que dicen tener, todos sus logros, el cuerpo tan bonito que aparentan, la vida tan maravillosa que exponen, los outfits tan variados que muestran, las grandes ideas que tienen, lo críticas o críticos que son, etc.; todo genera un efecto directo en nuestra manera de percibir el mundo. No olvidemos que los seres humanos somos animales sociales y que necesitamos a los demás para poder aprender mediante la observación e imitación. El problema viene cuando no tenemos un solo modelo que seguir, sino miles de ellos; esos modelos que ahora son “influencers” o tu amiga o amigo que sube cosas a sus redes sobre sus vidas. Como, por naturaleza, intentamos alcanzar aquello que vemos y, al haber tantas posibilidades y generalmente tener menos recursos, este contraste acaba en mucha frustración ante cosas prácticamente inalcanzables 


El inconveniente viene cuando estamos creando la concepción de cómo tiene que ser la vida en las cosas que vemos diariamente en las redes y medios. Partimos de realidades utópicas, sacadas de contexto, viendo un porcentaje muy pequeño de la vida real de todas esas personas. Al compararnos, nos genera mucho malestar, insatisfacción y tristeza por todo aquello que no tenemos como ellas y ellos. Y no “solo” con la comparativa corporal que vimos en el experimento de Fiyi, sino con los estilos de vida, la felicidad y bienestar que se muestra, el ocio, las amistades, etc. El problema es que ahora nos podemos comparar en todos los aspectos de nuestras vidas y siempre habrá alguien que esté en un sitio que nos parezca más chulo o parezca tener una vida más idílica que nosotras y nosotros. 


Otro aspecto importante a tratar con esta "Era de la Conexión" es que, paradójicamente, estamos más desconectadas y desconectados que nunca; y esto es muy grave. Las pantallas no pueden sustituir la interacción humano-humano. Es verdad que la tecnología nos ha acercado a quienes están más lejos o hemos logrado conocer a gente similar a nosotros que nuestro contexto no nos proporciona. Tampoco podemos olvidarnos de la ayuda que supuso, por ejemplo, en la época de pandemia para poder seguir manteniendo contacto con amistades, familiares e incluso trabajar. Pero no podemos obviar lo que conlleva el alejarnos de la interacción física por sustitución de la comunicación vía telemática. El contacto físico, las muestras de cariño de quienes más queremos, el poder ver las expresiones faciales de quienes tenemos cerca, fomentando las habilidades sociales, poder compartir tiempo físico junto con las y los demás…No quiero demonizar las tecnologías, porque de hecho tienen muchos beneficios. El verdadero reto no es desconectarnos de la tecnología, sino aprender a usarla sin perder nuestra conexión y humanidad. 


Alba Nicolás Agustín, psicóloga de PSICARA.

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