Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles,
las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la psicología. En esta ocasión vamos a hablar sobre la frustración y la gestión que hacemos de la misma.
Para comenzar, la frustración es el sentimiento que se genera cuando no se cumplen nuestras expectativas, objetivos o deseos. Cuando esto ocurre, solemos sentir malestar o incluso ira, ya que es una de las emociones más asociadas con el sentimiento de frustración.
Para lidiar con esta serie de emociones, es necesaria la tolerancia a la frustración, que se refiere a la capacidad que tiene cada persona para gestionar la frustración y sus sentimientos asociados. Una baja tolerancia a la frustración se traduce en que una persona puede frustrarse más rápidamente y de una manera mucho más intensa.
Imaginemos brevemente que dos personas han perdido su trabajo debido al cierre de la empresa (una situación altamente estresante y generadora de frustración). Una de ellas se recompone rápidamente y empieza a buscar un nuevo empleo mientras que a la otra le cuesta algo más de tiempo recomponerse debido a que tiene pensamientos del estilo “¿Qué voy a hacer ahora?” o “No sé cómo voy a hacer frente a los gastos”. Pese a estar en la misma situación, podemos observar que actúan de manera diferente. ¿A qué se deben esas diferencias? Hay varios factores que influyen en cómo desarrollamos la tolerancia a la frustración, algunos de ellos son:
- Historial personal: la tolerancia a la frustración se desarrolla según nuestros éxitos y nuestros fracasos. A lo largo de nuestra vida, nos enfrentamos a numerosos desafíos y la manera en la que se resuelven afectan a cómo nos vemos a nosotros mismos para afrontar los obstáculos que se ponen en nuestra vida. Resolver adversidades de manera satisfactoria nos otorga un sentido de competencia, el cual nos hace vernos más capacitados para afrontar obstáculos.
- Flexibilidad cognitiva: la flexibilidad cognitiva es la capacidad que tiene cada persona para reestructurar sus propios pensamientos. Ante una situación que genera frustración, se puede dar el caso de que se empiece a entrar en excesivos bucles de pensamiento, generando mayor malestar. Si volvemos al ejemplo mencionado anteriormente, el pensar excesivamente en los motivos del despido pueden llevar a pensamientos intrusivos del tipo “no soy buen trabajador'' o “me han despedido por mi culpa”, los cuales pueden incluso afectar a nuestra autoestima y sentimiento de competencia.
- Tolerancia a las emociones desagradables: la tolerancia a la frustración se ve enormemente influenciada por el grado de tolerancia que tengamos ante las emociones desagradables. Como hemos mencionado al principio, la frustración tiene
vinculadas varias emociones desagradables como la tristeza, el malestar o la rabia. Si tenemos una baja tolerancia a este tipo de emociones, seremos más vulnerables a la hora de sufrir frustración.
Una baja tolerancia a la frustración puede verse como un defecto que nos afecta en la vida diaria. Sin embargo, si lo vemos desde otro punto de vista, la baja tolerancia a la frustración está relacionada con el déficit de algunas habilidades que podemos potenciar. Pero ¿y cómo podemos mejorar nuestra forma de gestionar la frustración? Hay muchas formas de hacerlo, pero hoy vamos a destacar dos.
La primera de ellas es tomarse el tiempo necesario para lidiar con los sentimientos desagradables que nos genera la frustración. Pensemos en que hay emociones que son como una breve tormenta que al final termina. Es muy habitual tomar decisiones erróneas cuando estamos frustrados, por lo que es importante darse un tiempo para que disminuya la
intensidad de las emociones y poder gestionarlas de una mejor manera, siempre desde el cariño y la autocompasión.
Y la segunda forma de mejorar nuestra tolerancia a la frustración es trabajar en nosotros mismos para estar abiertos al cambio. Cuando nos proponemos un objetivo o una meta, es cierto que elegimos un determinado camino para lograrlos. Sin embargo, en la vida serán muchas las ocasiones en las que el camino que hayamos elegido esté lleno de obstáculos que nos impida llegar a nuestro objetivo. Pero eso no significa que no se vaya a cumplir, puede que sea necesario reformular cómo llegar a él. Incluso en el peor de los casos, puede
darse la situación de que no se pueda cumplir por causas ajenas a nuestra voluntad. Por ello, es importante estar abiertos a los cambios que nos ofrece la vida, ya que esos cambios son una oportunidad que nos puede llevar a otros resultados positivos.
El trabajar nuestra tolerancia a la frustración puede convertirse en una oportunidad que tenemos para mejorar nuestra gestión emocional ante las emociones desagradables, además de que nos permite redirigir nuestras conductas hacia nuestros objetivos.
Leonardo Cardona, psicólogo de PSICARA
Comments