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MÁS ALLÁ DE LA ESTERILLA

Actualizado: 8 feb 2022

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la psicología. Esta semana hablaremos del yoga, una de las disciplinas que más “boom” está recibiendo en los últimos tiempos.


Se calcula que más de 100.000 personas lo practican cada día, por lo que no es difícil encontrar en las redes sociales fotos de yoguis con posturas que nos dejan con la boca abierta. Pero, ¿qué es realmente el yoga? ¿por qué estamos hablando hoy de esta disciplina en una sección de Psicología? Continuemos leyendo.


La práctica del yoga se compone principalmente del trabajo en posturas (asanas), respiración (pranayama), meditación (dhyana), relajación (savasana), limpiezas (kriyas), gestos psíquicos (mudras), llaves energéticas (bandhas) y sonidos (mantras).


En occidente, suele estar presente la idea de que el yoga es algo físico, un deporte de destreza con logros que hay que alcanzar para considerarnos practicantes dignos o exitosos. Pero lo cierto es que la realidad está muy alejada de esta concepción. Las posturas son sólo la punta del iceberg, lo que se ve. Pero, ¿qué hay del resto? Ahí está la verdadera esencia de esta práctica milenaria, un conjunto de técnicas de concentración que se practican para conseguir un mayor control físico y psicológico, permitiendo la unión de nuestro cuerpo con nuestra mente para lograr armonía.


Los avances de la ciencia avalan sus enormes beneficios a nivel físico y neurofisiológico:

- Uno de los más destacados es la activación del sistema nervioso parasimpático, sistema encargado de relajar, digerir y regenerar nuestro cuerpo.

- Nuestros niveles de cortisol, hormona que liberamos en respuesta al estrés, se reequilibran.

- Varias zonas cerebrales son estimuladas, entre ellas encontramos la activación del cerebelo a través de los ejercicios de coordinación, estimulando el razonamiento, la flexibilidad cognitiva y la rapidez del procesamiento mental. La repetición de los ejercicios típicos del yoga actúan sobre los ganglios basales (centro de recompensa del cerebro) produciendo un efecto positivo a través del feedback entre ejercicio y emotividad. El aprendizaje constante de las series de yoga da mayor vigor a las células del hipocampo, una parte fundamental del cerebro implicada en los procesos de memoria, la regulación de hábitos y el sueño, entre otros.

- Armoniza el lóbulo prefrontal, encargado de la planificación, coordinación y empatía entre otras funciones. La interrelación del cerebelo, lóbulo prefrontal y ganglios basales permite la integración del procesamiento mental, emocional y corporal.

- Estimula la producción de numerosos neurotransmisores como serotonina, dopamina, endomorfinas, GABA y oxitocina. Éstos tienen importantes funciones en nuestro cuerpo como la regulación del sueño, la ansiedad y el estado de ánimo.

- La práctica combinada de respiración, atención, relajación y meditación equilibran el sistema neurovegetativo, consiguiendo, entre otros, un mayor control sobre el dolor.

- Aumenta la capacidad torácica y la cantidad de oxígeno en sangre, mejora el estado general de los músculos, las articulaciones, los huesos, los ritmos circadianos, los órganos, además de tonificar, elongar y relajar los músculos.

- Nuestro sistema inmunológico se fortalece en gran medida.

- El trabajo e incremento de nuestra flexibilidad, tanto física como psicológica, van de la mano con la práctica del yoga.


No cabe duda de que nuestro cuerpo obtiene su fruto con la práctica del yoga. Pero esto no es todo, las ganancias se extienden al plano psicológico, más aún de lo comentado hasta ahora. Entre ellas nos encontramos con uno de los pilares del yoga: la atención. La realización de técnicas de interiorización, concentración y focalización permiten mejorar nuestra capacidad de atención, facilitando el desarrollo de la conciencia propioceptiva o corporal. Además, la práctica de atención plena nos permite reconocer nuestros estados interiores, abrazarlos y aliviarlos.


Potencia la relajación en todos sus niveles. Una postura de yoga tiene una doble cualidad. Por una parte, activa determinados grupos musculares mientras se desarrolla un estado de atención plena mediante la activación corporal, escucha, respiración y equilibrio de estos grupos musculares, produciendo así, como ya se ha comentado, un equilibrio en el sistema neurovegetativo (activando el sistema parasimpático si está deprimido y relajando el sistema simpático si está disparado). Por otra parte, se fundamenta en la atención y equilibrio de los procesos mentales a través de la meditación, visualizaciones u otras prácticas.


Fomenta el equilibrio corporal, un pilar esencial en la salud. La integración de una actividad corporal general, su aprendizaje e interiorización, como es el equilibrio, está muy condicionada por el mensaje emocional que le demos, por eso cuando estamos muy asustados nos podemos quedar sin habla, paralizados o con la mente en blanco. De aquí que, a través de las posturas de yoga y la respiración, usemos el equilibrio no solo para recibir sus beneficios físicos, sino para reequilibrar nuestro sistema emocional.


Las posturas de yoga sirven de palanca hacia el equilibrio interior, cultivando actitudes positivas en toda práctica consciente. Entre ellas, la amabilidad, la gratitud, el amor hacia lo que nos rodea y el propio, dejamos de compararnos, nos conocemos más a fondo, nos limpiamos de capas, juicios y etiquetas que nos hemos puesto a lo largo del camino y nos sentimos cómodos con nosotros mismos.


Yoga es un trabajo de introspección (observamos y analizamos nuestros propios pensamientos y conductas, nos paramos a conocer nuestro yo interior, a nosotros mismos), crecimiento personal implícito y regulación emocional, donde aprendemos a convivir con todo nuestro repertorio de emociones, sin reprimir ninguna, pues tanto las que provocan bienestar como las que traen consigo malestar son necesarias. Mantener la calma interior en los momentos de desequilibrio exterior, cuando las preocupaciones externas nos invaden y nos apegamos a ellas, reconectar entonces con nuestro yo interior. Fluir con lo que hay, aunque lo que haya sea desagradable, es un camino de aprendizaje que dura toda la vida.


Aprendemos a parar el piloto automático que nos dirige en nuestras tareas cotidianas y a tener consciencia de todas las pequeñas cosas que nos rodean.


Yoga significa unión, un cuidado del cuerpo físico y psicológico. Si cuido de mi cuerpo y respiro consigo prestar atención, concentrarme, relajarme y controlar lo que siento, y esto, me permite entrar en un estado de paz y armonía, y con ello todo lo bonito que ocurre en la vida.


Es un alivio cuando nos damos cuenta de que no es el mundo exterior el que tiene que cambiar para que podamos estar en paz, sino que es nuestra propia mente la que tiene que cambiar”, Dzigar Kongtrul Rinpoche.



Beatriz Gonzalvo Iranzo, psicóloga de PSICARA y coordinadora de la sección PsicoYoga y Meditación

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