Bienvenidas y bienvenidos al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. En esta ocasión hablaremos sobre la fe (en todos sus sentidos) y la salud mental.
Desde nuestros orígenes, el ser humano siempre ha ido de la mano de la espiritualidad, influyendo en la cultura, la sociedad, la política y la forma en la que las personas se relacionan entre sí y con el mundo. Durante toda la existencia de la humanidad nuestra mente nos ha ofrecido infinidad de preguntas sobre nuestra propia existencia, el gran ¿por qué? Derivado en preguntas como ¿por qué estamos aquí?, ¿hay vida después de la muerte?, ¿qué es el alma?... Y es que desde el momento en que somos conscientes de la presencia de la muerte, acompañada del miedo voraz de saber que nuestra vida y la de nuestros más allegados tiene un fin, no resulta raro que nos invadan estas cuestiones tan antiguas.
La religión ha sido una fuente de apoyo social y emocional para muchas personas. Las comunidades religiosas ofrecen un sentido de pertenencia y solidaridad, lo que permite reducir la sensación de soledad y aislamiento. Seguir la religión proporciona en el individuo un marco moral que guía las decisiones y acciones de las personas, lo que favorece tener un sentido y dirección en la vida.
La práctica religiosa también se ha asociado con beneficios para la salud mental. La participación en actividades religiosas, como la oración, puede reducir el estrés y promover estados de relajación. Estas prácticas también pueden ayudar a superar situaciones dolorosas o traumáticas contribuyendo a encajar mejor adversidades como la enfermedad, el temor a la muerte o afrontar una enfermedad crónica. La fe suele proporcionar un sentido de esperanza, comunidad y propósito, lo que a menudo contribuye positivamente a la salud mental (Salgado, 2014).
Estudios demuestran que hay personas que, después de una desgracia como la que fue el huracán Katrina, encontraron una mayor apreciación por la vida y por las personas de sus vidas, teniendo un mayor sentido de plenitud con la familia y la comunidad y una mayor sensación de fortaleza personal y espiritual (Tuason, Güss y Carroll, 2012).
No cabe duda de que la fe y la espiritualidad han ayudado al ser humano a seguir adelante y a dar respuesta a cuestiones muy dolorosas durante tantos y tantos miles de años. Sin embargo, con nuestra cultura capitalista ha cambiado todo este sistema de creencias. El sistema capitalista actual nos ha proporcionado, en parte, que la situación económica de los países del hemisferio norte sea favorable junto a mejoras en la salud. Todo ello (y muchas más cosas) nos ha promovido una mayor estabilidad, pero a su vez nos vemos sumergidas y sumergidos en el estilo de vida de la inmediatez y vivimos sin grandes retos. Esto supone un gran problema.
Ya lo decía el nihilismo de Nietzsche que con la “muerte” de Dios ya nos habíamos quedado sin referentes y nos llegó el enorme vacío que Dios nos dejó. Para él la solución era buscar nuestros propios valores y propósitos en la vida. Aquí viene lo difícil, encuentra tú ahora ese camino “nuevo” que tienes que seguir para tener una vida rica y plena. A partir de aquí se
convierte en un gran reto, qué decisiones tomar y por dónde quiero caminar a lo largo de mi vida teniendo estas grandes dudas existenciales del ¿por qué? sin resolver, y todo lo que esa crisis existencial actual tan latente supone.
Lejos de los años de Nietzsche esta idea sigue haciéndose fundamental en nuestra sociedad de hoy en día. Sin entrar en los valores de cada persona, los estudios nos demuestran que, al final, quienes mayores estados de bienestar tienen son aquellos que tienen una vida plena, llena y rica, que la cuidan y la valoran diariamente con pequeñas acciones que les acercan, poco a poco, a ese yo ideal que ansiamos ser en cada una de nuestras áreas vitales, a esa versión mejorada de una y uno mismo (Páez, Gutiérrez, Valdivia y Luciano, 2006).
Independientemente de las adversidades que nos puede ofrecer o quitar la vida, aun con todo el dolor del mundo, aquellas personas que dirigen su vida a aquello que es importante para ellas, obtendrán mayores beneficios psicológicos porque no estarán olvidándose de sus propias vidas por intentar reducir o eliminar el dolor, sino que su tiempo y energía (¡tan valiosos!) están dirigidos en cuidar y cultivar a las personas que son valiosas para ellas y ellos, aquellas aficiones. Y es que, señoras y señores, en lo simple de las acciones está la belleza.
Alba Nicolás Agustín, psicóloga de PSICARA
Referencias
Páez-Blarrina, M., Gutiérrez Martínez, O., Valdivia-Salas, S., y Luciano Soriano, M. D. C. (2006). Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y la importancia de los valores personales en el contexto de la terapia psicológica.
Salgado, A. (2014). Revisión de estudios empíricos sobre el impacto de la religión, religiosidad y espiritualidad como factores protectores. Propósitos y Representaciones, 2(1), 121-159. doi: http://dx.doi.org/10.20511/pyr2014.v2n1.55
Tuason, M. T. G., Güss, C. D., y Carroll, L. (2012). The disaster continues: A qualitative study on the experiences of displaced Hurricane Katrina survivors. Professional Psychology: Research and Practice, 43(4), 288.
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