Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. En el artículo de hoy daremos voz, una vez más, a uno de los grandes olvidados: el cuerpo.
No hace falta mirar muy lejos para detectar la tendencia de la sociedad contemporánea en la que nos encontramos, con su enfoque desmesurado en el rendimiento intelectual y el constante “hacer”, donde la productividad se mide en términos de actividad mental constante y, por ende, nos ubica en un escenario propicio para desconectarnos de la sabiduría del cuerpo. La mente se ha convertido en el epicentro de nuestra vida diaria, dejando poco (o nada) espacio para escuchar las señales físicas o reconocer las emociones que surgen de manera natural (manifestando sus primeras señales a través del cuerpo). Es esperable que esa latente tendencia nos arrastre a pasar la mayor parte del día en la cabeza: analizando, planificando, anticipando… Pero también es posible un cambio de rumbo que pueda ayudarnos en la “crisis” del bienestar emocional y físico en la que nos encontramos.
Desde décadas atrás, se ha podido encontrar una fragmentación de las piezas que componen al ser humano, tratando como entes independientes e individuales a nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones, sin olvidarnos del plano espiritual. Evidentemente, esto ha tenido sus repercusiones, si desconectamos las piezas de una misma máquina es de esperar que el sistema deje de funcionar, se desconecte, colapse, no lo podamos entender y nos genere frustración, cuanto menos. Necesitamos empezar a unir las piezas, tener en cuenta todas las partes que componen un todo y así, poder trabajar de forma integral.
El cuerpo no es solo un recipiente para la mente, es un archivo vivo de nuestras experiencias emocionales. Tensiones musculares, posturas encorvadas o dolores recurrentes no son meras molestias físicas, sino mensajes que nos hablan de nuestro estado emocional. Se hace necesario el trabajo con el cuerpo para empezar a aprender a escuchar esas señales, a interpretar el lenguaje de nuestros músculos, articulaciones y órganos, y empezar a reconocer nuestro sistema (tanto el cuerpo físico o externo como emocional, mental o interno) como un todo.
La relación entre la mente y el cuerpo no es unidireccional, sino una calle de doble sentido. Numerosas investigaciones nos demuestran como las tensiones emocionales crónicas pueden llevar a contracturas musculares y enfermedades físicas entre otras, mientras que el bienestar corporal puede inducir una mente más calmada y centrada, enfocada. El trabajo con nuestro cuerpo a través de practicas físicas, el yoga o el mindfulness por ejemplo, influyen directamente en el sistema nervioso parasimpático, el cual es responsable de la relajación y recuperación a nivel general. Construyendo herramientas que nos permiten entrenar a la mente para calmarse así como al cuerpo para relajarlo, creamos un círculo positivo de bienestar.
En una sociedad donde se glorifica el pensamiento y el análisis excesivo, en detrimento de nuestra conexión con el cuerpo, es de esperar que la sobrecarga cognitiva y el agotamiento mental sean nuestros acompañantes habituales, llevándonos a problemáticas constantes para dormir, sentir ansiedad sin causa aparente o una fatiga emocional que se convierte en nuestra compañera diaria, entre otros. Nuestras vidas están llenas de distracciones tecnológicas, exigencias laborales y presiones sociales que nos impulsan a estar constantemente en la mente, anticipando problemas, planificando, comparando y analizando. Sin parar. Este estado de alerta mental constante genera una sobrecarga no sólo mental, evidentemente, y emocional, sino que también nos desconecta físicamente.
En definitiva, en un mundo que nos incita a vivir desconectados del cuerpo, es de especial relevancia desarrollar herramientas que permitan recuperar el equilibrio perdido. Disciplinas con las que podamos aprender a escuchar el cuerpo, calmar la mente y gestionar las emociones de manera más efectiva e integral, teniendo en cuenta todas las patas que sostienen nuestra existencia. La practica del yoga y la meditación, sin ser exclusivas o únicas en este desarrollo, nos pueden ofrecer el camino hacia el bienestar, no sólo mental, sino integral, donde mente, cuerpo y emociones trabajan en armonía para una vida más plena.
"La cura para el dolor está en el dolor. Escucha a tu cuerpo; es más sabio de lo que crees. En la quietud, el cuerpo y el alma se alinean, y en esa unión, las respuestas se revelan."
Rumi
Beatriz Gonzalvo Iranzo, psicóloga de PSICARA y coordinadora de los programas de PsicoYoga y Meditación
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