top of page

GRACIAS: TE QUIERO

Foto del escritor: PSICARAPSICARA

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy quiero invitarte a escribir una carta. No a ti mismo/a, sino a alguien significativo en tu vida: una amistad que te ha apoyado sin preguntar, un miembro de la familia que siempre te ha brindado un oído atento, o incluso a tu propio psicólogo/a, esa persona que te ha guiado en tu proceso de sanación. Quiero que pienses en esa persona no solo por los momentos en los que te ha ayudado en situaciones concretas, sino por lo que representa o ha representado en tu vida. A veces nos olvidamos de agradecer por esa presencia silenciosa pero firme y es importante detenerse a hacerlo.

 

¡Cualquier respuesta es válida! Sí que te voy a pedir que escribas, no sobre eventos y hechos específicos, sino sobre lo que te ha dado en lo profundo, por el hecho de ser quién es. Agradece esa presencia y esfuerzo que te ha acompañado en tus días, solo por estar ahí. Tomate unos minutos.


¿Lo tienes? Si te cuesta o necesitas ayuda, te propongo un ejemplo:


“Querida persona X,


Hoy quiero agradecerte, aunque no siempre te lo diga. Gracias por estar ahí, en esos días que parecían interminables, cuando las fuerzas flaqueaban y la tristeza parecía ganar terreno; pero también en los que la alegría me inundaba a grandes oleadas e incluso me desbordaba. A veces no te he dicho lo mucho que me has ayudado solo con tu presencia, con tu forma de estar, sin grandes palabras, sin promesas. Solo con ser tú.


Gracias por no rendirte conmigo, por estar cuando me sentía perdido, cuando me creía débil o incapaz. Por ofrecerme tu apoyo, tuvieses o no tus dudas, por aceptarme cuando ni yo mismo podía aceptarme. No puedo dejar de agradecerte por tu paciencia, por darme espacio para caer, pero siempre estar ahí para recogerme.


No tienes idea de lo mucho que eso ha significado para mí, aunque hayamos tenido (y, para qué mentirnos: vayamos a tener) momentos de “no aguantarnos”. Tu amistad y tu sencillez han sido una de las brújulas que me han permitido seguir cuando el camino se volvía incierto. Y aunque nunca lo dijiste, el solo hecho de saber que te podía encontrar me daba fuerzas para seguir.


Gracias, de corazón, por ser como eres: simple, pero profundamente significativa. Por no dejar que las expectativas que tuvieses (o no) de mí, te impidiesen acompañarme. 


Te quiero,Att. Alberto”


Ahora, te invito a dar un paso más. Toma esa carta que acabas de escribir, esa que has dedicado a esa persona que ha sido tan significativa para ti, y haz un pequeño cambio. Reemplaza el nombre de esa persona por el tuyo propio.


Este es el momento en el que transformas la gratitud hacia otra persona en un acto profundo de autocompasión. Léela de nuevo, pero esta vez no como un mensaje para otro, sino como una carta para ti mismo/a. Permítete ver cuán importante eres para ti. Y aunque al principio pueda parecer extraño, haya algunas frases que pierdan cierta coherencia si son muy específicas o directamente resulten incómodas, sigue leyendo. Hazlo con el mismo corazón lleno de reconocimiento que le habrías dado a alguien que siempre ha estado a tu lado. Porque la realidad es que, a lo largo de tu vida, has sido esa persona para ti mismo/a más veces de las que te imaginas.


¿Cómo ha ido la nueva lectura? ¿Agradable? Muy probablemente haya sido algo difícil e incluso haya aparecido alguna lágrima. Es importante aclarar algo aquí: lo que estamos practicando no es autoindulgencia ni lástima por uno mismo. La pena es una emoción (por tanto, tiene una función) pero que le gusta mucho atrapar y cronificarse hundiendo a la persona; haciéndola sentir que nada tiene solución. La autocompasión, por el contrario, te permite aceptar tus vulnerabilidades y dificultades sin quedarte atrapado/a en ellas. Te permite reconocer tus imperfecciones, abrazarlas y, en lugar de juzgarte, ser amable contigo mismo/a.


La autocompasión no te hace débil; te hace más humano/a. Te da permiso para ser imperfecto/a, para sentirte vulnerable, y sobre todo, para aceptarte como eres en cada momento de tu vida.


Al final, este ejercicio, tu carta, no solo es un recordatorio de lo que los demás han hecho por ti, sino un reconocimiento de todo lo que tú mismo/a has hecho por ti a lo largo de los años (y todo lo que te queda por hacer). Has estado ahí para ti cuando más lo necesitabas, incluso en los momentos en que sentías que no podías más. Has enfrentado desafíos, has celebrado logros y alegrías, has aprendido de tus errores, y has seguido adelante, aunque en ocasiones no supieras cómo. Y, lo más importante, has aprendido a ser amable contigo mismo/a (o estás en ello).


Escríbete esta carta a ti mismo/a, no solo hoy, sino siempre que lo necesites. Porque mereces recordarte que, aunque todo sea incierto y la vida a veces duela, tú tienes dentro de ti esa fuerza de seguir adelante. Cuando lo olvides, puedes volver a esta carta, a este acto de amor propio, de autocompasión, y recordarte lo valioso/a que eres, justo en el momento en que más lo necesitas. E, incluso si sientes que “ya no tienes fuerzas”, te puede servir para saber a quién agradecerle y pedirle ayuda. 


Esta carta, escrita primero para alguien significativo y luego transformada en un mensaje hacia ti mismo/a, es un recordatorio de que la compasión y el amor no solo deben ser dirigidos hacia los demás. Tú también eres digno/a de ese reconocimiento. Y aunque la vida pueda ser difícil, siempre hay una parte de ti dispuesta a seguir adelante, y esa es la que merece tu agradecimiento más profundo.


Alberto Gracia Agudo, psicólogo de PSICARA

20 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
EL ARTE DE AMAR

EL ARTE DE AMAR

Comments


bottom of page