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AMISTAD: VÍNCULOS QUE NOS SOSTIENEN

Bienvenidas y bienvenidos al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. En esta ocasión vamos a hablar sobre alguno de los temas relacionados con el amplio concepto de la amistad.


En terapia veo a personas contentas y satisfechas con su círculo de amistad, y también veo a otras pasarlo muy mal por ello. Desde la psicología, esta área y el apoyo social suponen un factor protector para nuestra supervivencia y bienestar.


El ser humano tiene una necesidad innata de pertenencia, de sentirse parte de un grupo y de establecer relaciones significativas. Somos seres sociales, necesitamos de los demás para sobrevivir y formarnos.


A veces me pregunto qué sería de mi círculo social si hubiese coincidido con otras personas en el instituto o en la universidad, si hubiese crecido en otro contexto en mi pueblo o si con quienes me he ido encontrando por el camino y que se han convertido en vínculos importantes para mí fuesen otras personas. Entonces nos podemos preguntar, ¿es la amistad cuestión de suerte? Y la respuesta parece que requiere tener muchas cosas en cuenta. 

Por una parte, el inicio de nuestras amistades en la vida muchas veces surge del azar. En nuestra infancia hacer amigos depende de factores sobre los que no podemos decidir como por ejemplo el colegio al que acudes, a qué extraescolares te apuntan tus padres o si los amigos de éstos tienen hijos con los que vas a coincidir. En cierto sentido, la suerte o el azar puede influir en aspectos como la sincronización: estar en un lugar específico en el momento justo o conocer a alguien abierto también a conectar. Por otra parte, a veces la suerte nos puede despojar de intencionalidad o posibilidad de hacer. Reducir la amistad a algo completamente fortuito sería simplificar demasiado un proceso que depende de múltiples factores personales, sociales y situacionales. Por lo tanto, si bien la coincidencia y el contexto pueden crear oportunidades para construir vínculos y la suerte puede jugar un papel importante en el primer encuentro, la construcción de una amistad como tal se basa en factores mucho más complejos y requiere de una alineación en aspectos más fundamentales. ¿Es suerte o más bien se construye, se cuida, se dedica tiempo y convergen algunos factores como unos valores alineados? Podemos decir que es dar un paso de la suerte a la responsabilidad.


Existen diferentes niveles de amistad y profundidad en los vínculos, no todo el mundo cumple la misma función. Saber dónde colocarlas y qué esperar de cada uno de nuestros vínculos nos ayudará a ajustar expectativas. 


En este punto te invito a reflexionar, para que puedas observar qué es aquello que tú necesitas, que puede ser diferente a lo que demande otra persona. Vamos a ver cuáles son los valores que se suelen buscar o necesitar en una relación de amistad para que sea lo más saludable posible:


  • Reciprocidad. Recogerse la una a la otra cuando una lo necesita y alegrarse por lo bueno que le ocurre, dedicación e implicación en ambas direcciones.

  • Humildad y empatía. Personas que puedan reconocer sus errores o expresar cosas difíciles y que puedan ponerse en los zapatos de la otra.

  • Disponibilidad e interdependencia. Es necesario respetar los límites y el espacio personal de cada una de las partes. Cada persona necesita su espacio para crecer y vivir su vida, y entender esto ayuda a la relación.

  • Seguridad y confianza. Sentir el vínculo como seguro, no como algo aversivo o que genera malestar.

  • Transparencia/autenticidad. ¿Con qué personas te sientes tú? Cómoda, sin presión, sin fingir. No hay nada más agotador que tratar de ser alguien que no eres. 

  • Intimidad. Intimidad emocional, las partes se sienten vistas.

  • Interés. Que la otra persona perciba que aquello que le apasiona o preocupa es de interés para ti, lo compartas o no.

  • Comunicación honesta. Comunicarse de forma asertiva es clave para mantener una relación sana: saber expresar cómo te sientes, pero también escuchar al otro. Los malentendidos y conflictos son inevitables en cualquier relación, hablarlos y afrontarlos en equipo de manera constructiva es lo que marca la diferencia. 

  • Tiempo de calidad. Aunque el ritmo de vida a veces no nos permita ver a nuestros amigos como quisiéramos, es importante cuidar el vínculo, sea a través de whatsapp, tomando un café o teniendo una llamada de 10 minutos si en ese momento no podemos ofrecer más. Las personas que son activas en la búsqueda de amistades, que invierten tiempo y energía en cultivar esas relaciones, son más propensas a formar lazos duraderos.


Es importante recordar que las amistades, como cualquier relación, requieren trabajo y la mayoría de las relaciones profundas requieren un esfuerzo consciente y la intención de construir una conexión significativa. 


Algo que puede ocurrir en una amistad, y de lo que no se habla mucho, es de que ésta puede terminar, del duelo por la ruptura o distanciamiento de una amistad cercana.

Soltar duele, no estamos programados para hacerlo, sino para construir, para forjar alianzas, para unirnos y para estar acompañados (también es lo que se nos suele inculcar desde la infancia). Soltar puede vivirse como algo antinatural y va acompañado de un duelo por esa amistad que ha formado parte de tu vida durante un tiempo. En ocasiones tiene que ser así, ya sea porque la relación es problemática, una parte no se siente correspondida, existen faltas de respeto o ya no te encuentras en sintonía con esa persona; otras veces nos podemos alejar para evitar momentos desagradables,  cuando poniendo límites quizás podría repararse el vínculo y recolocar esa amistad. En ocasiones, también se vive un distanciamiento sin que haya ocurrido nada concreto, podemos haber dejado de compartir valores, gustos, espacios y va a haber personas que continúen en tu camino, y tú en el suyo y otras que no. 


A medida que crecemos, nuestras amistades también cambian. La vida nos mueve a todos, a veces coincidiremos en el movimiento, y eso nos acercará; otras veces nos pondrá en sitios muy distintos y muy lejanos.


Para casi finalizar, decir que no siempre vamos a encajar en todos los grupos ni con todas las personas, y eso está bien, no hay nada malo en ti. Lo importante es encontrar espacios donde podamos ser nosotros mismos, sentirnos comprendidos y construir vínculos que realmente nos nutran. La amistad debe ser un lugar donde encontramos apoyo y seguridad, y si no lo estamos experimentando, siempre podemos tomar pasos para crear nuevas conexiones que nos hagan sentir que, finalmente, pertenecemos.


Leí hace poco que los vínculos también son un lugar o espacio en el que poder sanar. La amistad, si es segura y se dan ciertos requisitos, puede ser un buen lugar para ello.

Recuerda que en ti hay herramientas para crear y disfrutar de vínculos seguros y agradables. En ti reside la capacidad de escoger, construir y cuidar para mantener relaciones que te suman y soltar las que te dañan. Teniendo en cuenta también que muchas veces esto es muy complicado y que ciertos vínculos cumplen funciones diferentes en nuestras vidas, y por eso se mantienen. 


Para mí, una de mis raíces, que me mantiene y sostiene cuando el mundo se me hace un poquito más cuesta arriba, son mis amigas. Y digo raíz porque me parece una buena metáfora, además de una canción de Valeria Castro que te recomiendo escuchar y que me recuerda a ellas. Una de las frases dice “cuidando la raíz”, y yo te recuerdo que las relaciones se transforman pero no se han de dar por sentadas: cuida lo que tienes.


Yaiza Senar Gutiérrez, psicóloga de PSICARA.


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